Con la vista atrás en la experiencia reciente y afirmaciones vertidas en prensa como las siguientes ‘nadie tiene el monopolio del talento’ (Expansión, 14 de Agosto de 2014) o ‘la innovación no se programa desde arriba’ (El Mundo, 11 de Julio de 2014) es hora de explicarse. Porque si la innovación es conocimiento en acción, resulta difícil renunciar a la esperanza de captar al menos algunas claves de la complejidad del mundo para ‘saber a que atenernos’, que diría Julián Marías. Tal fue mi motivación en el curso organizado en San Sebastián por Garapen en Diciembre de 2015 con el estupendo pensador Jordi Pigem, donde hable del factor social y factor humano de la innovación, retomando ideas que expuse en el Foro Impulsa 2014 de la Fundación Príncipe de Girona [i] .
Mas allá de la inspiración de mi paso por el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología entre 2011 y 2015, sin embargo, el curso en el País Vasco, obligaba también a concretar. Porque entre los participantes había muchos gestores de políticas publicas y agencias de promoción de la innovación, un entorno que conozco bien desde mi experiencia en el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial. Dos fueron las pistas de futuro que apunte y que son notas comunes en todas los casos de éxito internacionales: empoderamiento de las personas (porque la innovación es más que I+D y esta es también una vía para desarrollar capital humano) y la dimensión internacional de las políticas, no como exportación sino como ambición de los modelos de negocio.
La primera reflexión es simple pero no necesariamente sencilla en la practica: no hay mapa donde no se ha estado antes. Esta afirmación cobra su sentido en el mundo de la innovación que consiste por definición en ‘tierra incógnita’ que exige explorar lo desconocido. Y si existe un extraño consenso entre los países sobre el conocimiento y la innovación como base para la prosperidad sostenible, los expertos coinciden en que diseñar políticas de éxito para la innovación y el emprendimiento no es tarea sencilla. De manera que no solo los investigadores han de experimentar, sino también los gobernantes y agencias para hacer posible lo que los individuos no pueden (Keynes[ii]). Y puesto que los emprendedores (empresariales o políticos) ven oportunidades en las dificultades la pregunta es si tenemos suficientes ‘emprendedores políticos’ en Europa.
Una evolución interesante para abordar la incertidumbre y complejidad al diseñar políticas innovación de nueva generación consiste en la adopción de un doble lógica, de negocio y de inversión al diseño de las políticas publicas, rompiendo con las lógicas más instaladas de institución y gasto. Es el caso de los KICs del EIT (Comunidades de Innovación y Conocimiento) o de los ecosistemas IP-group en Reino Unido y eGauss en España. Porque si algo sabemos es que la función de transferencia de conocimiento y tecnología de los centros públicos de investigación y la llamada ‘tercera misión’ de las Universidades, ha de mejorar sustancialmente para conectar más aun con la sociedad.
A vista de pájaro, parecería que la Europa de las regiones estuviera apostando por todo esto ya que con las perspectivas financieras comunitarias 2014–2020 se exige que todas las regiones que accedan a Fondos Estructurales han de elaborar una Estrategia de Especialización Inteligente (RIS3, en ingles). Tras estos primeros años, sin embargo, existe ya un cierto debate ante la evidencia de que las buenas intenciones no bastan para que las regiones asuman con éxito el conocimiento y la innovación como parte integral de sus políticas. Y ello por dos razones. En primer lugar la gobernanza multi-nivel (puesto que nada impide que varias regiones apunten por los mismos ‘sectores’, como tristemente sucede: biotecnología, TIC, materiales, etc). El segundo problema tiene que ver con la instrumentación que sigue siendo tradicional: vino viejo en botellas nuevas: convocatorias de proyectos ‘al uso’, etc. que difícilmente hará la diferencia.
Que hay de nuevo entonces? Recordemos que los teóricos de los sistemas de innovación (Freeman, Lundval, Nelson) insistían en sus interconexiones e interdependencias de carácter evolutivo. Apostar por crear nuevas dinámicas y, a tal fin, por asumir valores es la mejor brújula en esta ‘tierra incógnita’. De ahí la importancia de educación (el factor humano) y las comunidades de innovación (factor social). Tras la COP 21 de Paris, hay oportunidades y dinámicas nuevas de las que no somos aun conscientes y que podrían dar una ‘direccionalidad’ a las TIC, la industria 4.0 para abordar la economía verde, como el reto de la emigración a las ciudades y la producción en masa se realimentaron en la revolución industrial precedente (Mazzucato y Perez[iii]). Y valores para adaptar una lógica de negocio e inversión a la solución de retos sociales/globales (Porter[iv]).
Y que ha venido haciendo Europa para alimentar estas dinámicas y valores? Digámoslo francamente, tras más de 30 años, es triste que la UE aplique la mayor parte de los fondos a alimentar ‘enlaces’ y no a nivel de Clúster (que se limitan solo a intercambiar buenas prácticas) y a ejecutar cada uno separadamente sus proyectos locales (vía fondos estructurales). Esta es la apuesta mayoritaria de Horizonte 2020. Esto es así porque hasta la fecha se asimila ‘valor añadido europeo’ a colaboración en proyectos trans-nacionales. Es precisa una nueva definición del ‘valor añadido europeo’ entendido como competición a nivel de la Unión. Tal es el modelo del ERC. Si CCAA como el País Vasco o Cataluña pilotaron en su día la implantación de los Clúster de Michael Porter, también podría liderar ahora los Clúster de nueva generación que postula Jerome S. Engel[v] para enlazar los dos modos: links y hubs, como pilotos para la Unión Europea.
Porque el cambio de paradigma que observamos en la practica de las empresas a la hora de innovar, desde comprar (tecnología) a colaborar (con otros agentes, que es donde están instaladas la mayor parte de las políticas públicas: la llamada ‘colaboración público-privada’) avanza hacia la exploración también en la practica de las políticas publicas. Adaptar el modelo KIC a nivel sub-nacional incluyendo Universidades y Escuelas de Negocio (desde y para abordar los retos sociales) y generalizar el modelo IP group/eGauss seria usar la brújula para construir un mapa, porque la innovación no se programa desde arriba y a su vez ningún país tiene el monopolio del talento. Para ello, hemos de lograr que, al igual que la educación o la sanidad, este sea un debate de la ciudadanía, que deje de hablarse de innovación solo en el circulo de los especialistas.
José Manuel Leceta, Insight Foresight Institute.
www.if-institute.org , @JoseMLeceta
[i] http://es.forumimpulsa.org/prensa/actualidad/302-jose-manuel-leceta-las-convicciones-crean-realidades/
[ii] John M. Keynes, “The End of Laissez Faire”, 1926 citado por Mariana Mazzucato en su libro “El Estado Emprendedor” http://marianamazzucato.com/the-entrepreneurial-state/
[iii] Carlota Perez and Mariana Mazzucato “Innovation as Growth Policy: The Challenge for Europe” in Fagerberg, J., S. Laestadius and B. Martin (eds.) The Triple Challenge for Europe: Economic Development, Climate Change and Governance. 2015 https://global.oup.com/academic/product/the-triple-challenge-for-europe-9780198747413?cc=se&lang=en&
[iv] Michael Porter’s TED Talk: Why business can be good at solving social problems https://www.youtube.com/watch?v=0iIh5YYDR2o
[v] Jerome S. Engel ‘Global Clusters of Innovation’, 2014 http://www.e-elgar.com/shop/global-clusters-of-innovation?___website=uk_warehouse