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Empleo y autoempleo en tierras de Fausto. Valor y precio en un mundo de idiotes (II)

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Autor: Luis Lupiañez — Técnico del Área de Empresas de Inguralde

Dinero y trabajo, demonios e infierno

“El dinero es el estiércol del diablo” afirmó el Papa Francisco[xv] que a reglón seguido pidió que “los hombres manden al capital y no el capital a los hombres“. Varoufakis por su parte dice que las sociedades de mercado sufren a dos demonios que se esconden en sendos importantes mercados: un demonio en el mercado del dinero y el otro en el mercado de trabajo.

Los califica de mercados edípicos, puesto que al igual que el protagonista de la tragedia griega[xvi], termina matando a su padre y casándose con su madre, por el poder de una profecía que condiciona su comportamiento. Lo mismo pasa, en tiempos de crisis, con los mercados laboral y monetario, cuando los empresarios profetizan que la crisis continuará y que la actividad económica permanecerá contraída, evitarán pedir dinero prestado y contratar a más empleados, por lo que estarán haciendo que la profecía se cumpla.

Y cuando la crisis reduce los precios del trabajo y del dinero, en lugar de que crezcan el empleo y las inversiones, pasa exactamente lo contrario, puesto que estas reducciones intensifican el pesimismo, y éste se retroalimenta.

Así, la diferencia entre un bien material, con el empleo y el dinero en una sociedad de mercado, es que el primero siempre tiene valor de cambio, y los segundos solo en función de la expectativa para generar beneficio, en consecuencia, para Varoufakis, trabajo y dinero son dos factores necesarios pero que realmente ningún empresario quiere tener, puesto que, a diferencia de otros factores, estos les imponen una relación que es jerárquica y de poder.

Es curioso observar como en este punto los dos autores coinciden en cuestionar las políticas de expansión monetaria de los bancos centrales, con el objetivo de estimular la demanda, para generar empleo.

Aunque lo hagan por razones diferentes, Varoufakis por todo lo anteriormente dicho con respecto al carácter de medio y no de objetivo del dinero y La Calle, desde un punto de vista más ortodoxo, porque afirma que imprimir dinero no crea empleo y que los estímulos monetarios tienen un bajo impacto en un entorno de sobrecapacidad y saturación de deuda como el actual y cuestiona que  Draghi[xvii], esté priorizando la política monetaria sobre las reformas que favorezcan la productividad.

Utiliza como ejemplo la relación entre inflación y tasa de paro en España para el periodo 2001-2014, en el que en los periodos de inflación no se creó empleo y sin embargo en los periodos deflacionarios el empleo creció al 3%, cuestionando lo que hasta ahora, era un axioma incuestionable como era la correlación positiva entre inflación y empleo[xviii].

Sobre estos planes de estímulo, dice que crean la ilusión de recuperación a corto plazo, pero que necesitan constantemente de nuevo dinero para sostenerla, argumento muy similar al de Varoufakis, cuando compara la deuda al mito de Fausto.

Con respecto al mercado de trabajo, en opinión de Varoufakis, en las economías con mercado, el trabajo, las herramientas y la tierra son medios para la satisfacción de las necesidades del grupo, sin embargo las economías de mercado estos se convierten en una mercancía.

En este sentido para Daniel La Calle, desde un punto de vista más ortodoxo de la economía, acepta y valora el concepto de trabajo como factor que maximice la función de producción y el salario como la remuneración marginal de este factor.

Para Varoufakis, el nacimiento del mercado laboral, coincidiendo con la revolución industrial, en la que la producción está basada en la demanda de los mercados internacionales y no en las necesidades de las personas, trajo como consecuencia que “los campesinos fueron cambiados por lana, y que la burguesía sustituyera a la nobleza[xix]” Esto  hizo libres a los primeros de su señor feudal pero dependientes de los clientes de su trabajo, los empresarios.

A partir de este momento se convirtieron en factores de producción y en consecuencia sujetos a las reglas del mercado de trabajo que como todo mercado caminara en busca de la eficiencia que provocara finalmente la devaluación del factor, y en ocasiones la prescindibilidad de una parte del mismo, en palabras del autor “lo peor que puede ocurrirte es que alguien esté dispuesto a vender su alma al diablo y este no quiera comprarla

En este punto La Calle, asume este ajuste del factor trabajo, (devaluación interna), como un elemento fundamental de la recuperación económica en España a falta de instrumentos de política monetaria propia, a esto Varoufakis lo califica como el negacionismo del desempleo, en la medida, en que entienden que todo pasa por ajustar el precio del factor trabajo a su valor de cambio, para acabar con el paro.

Pero a pesar de esta profunda discrepancia con respecto al tratamiento de este factor, fruto de marcos ideológicos diametralmente contrapuestos, los dos coinciden en que la productividad es el mejor antídoto contra la precariedad.

Varoufakis lo define de forma implícita al describir los dos grandes saltos de la humanidad, el superávit y el lenguaje que vincula de una forma directa. El primero se produce cuando la humanidad pasa de ser recolectora a cultivar la tierra y generar excedentes que le periten maximizar sus esfuerzos y garantizar su supervivencia y el segundo cuando constata que la primera forma de escritura aparece en la antigua Mesopotamia para registrar la cantidad de cereal que cada agricultor deposita en el almacén común, en sentido contrario otras sociedades que no desarrollaron la agricultura, contaron con música y pintura, pero jamás con la escritura.

Para La Calle ese objetivo compartido de aumento de la productividad, sirve para desgranar sus propuestas para acabar con el paro, propuestas que en la medida que se desarrollan dentro la ortodoxia del actual modelo económico, resultan, inevitablemente más concretas que la propuesta de cambio de modelo de Varoufakis.

Así, utilizando el caso de la productividad en España, en la que se da la paradoja, de que la productividad es anticíclica, esto es que esta disminuye en tiempos de bonanza y aumenta en tiempos de crisis, La Calle considera que esto es fruto de la baja calidad del empleo generado, como consecuencia de un modelo económico inadecuado, y de un mercado laboral dual.

Una vez más, rechaza la intervención pública, cuestionando a la administración como generadora directa de empleo, pero también su papel en el ámbito de la intermediación al afirmar que el SEPE[xx] solo gestiona el 2% de los empleos y las ETT el 4%, insistiendo una vez más en que aquellos países que más invierten en políticas de empleo son los que más alta tasa de paro tienen, así como que  las cinco regiones con más paro de la UE son regiones que año tras año han perpetuado un modelo de baja competitividad y precariedad desde el asistencialismo.

Sus principales propuestas, tienen como objeto fundamental, el fomento de la actividad económica, con políticas de apoyo de la PYME, fomentando su crecimiento e internacionalización, la bajada de cuotas a los autónomos, la reducción de impuestos a empresas hasta tener dos años de beneficios, la reducción de trabas burocráticas que impidan el inicio y desarrollo de la actividad económica, la reducción del IRPF para fomentar ahorro y consumo, y por supuesto la reducción del gasto público.

Realiza así mismo una defensa a ultranza del emprendimiento llegando a afirmar que la democratización del emprendimiento es la democratización del empleo, y como resultado obtendríamos una democracia sólida, abogando por una participación de los trabajadores del capital de la empresa como parte de su remuneración, planteamiento que se acerca al de Varofakis en lo que a la redistribución de la riqueza respecta, si bien, desde presupuestos de partida muy diferentes.

En lo que respecta a la transformación del patrón de crecimiento, afirma que depende de la aparición de más emprendedores puesto que no sirve de nada gastar un % de PIB en I+D pero tener menos patentes que nuestros países de referencia y, sobre todo, casi ninguna industria creada tras la investigación. La educación para el autoempleo, afirma, forma parte de las estrategias de empleo específicas más efectiva de los países más prósperos.

Así mismo, aboga por la flexibilización del mercado laboral, en aras a acabar con la dualidad del mismo y conseguir aumentar la productividad y de forma especial por eliminar con el salario mínimo, que en su opinión es un freno para la competitividad de la economía, y que no existe en los países del norte de Europa que tanto utilizamos como ejemplo.

Puntos de encuentro y ¿esperanzas?

En la Antigua Grecia los que se negaban a pensar en función del interés común, de lo «público», se llamaban ιδιwτeς «idiótes» (individuos, particulares). Los antiguos griegos pensaban que los idiótes actuaban sin mesura, sin calcular el bien de los demás”, con esta afirmación, Varoufakis vuelve a arremeter contra el modelo de sociedad de mercado donde el objetivo último es el beneficio y no el bienestar del individuo, afirma que hay que dejar de hacer el idiota, evitando el valor de cambio establecido por los mercados y volver a poner al estado como regulador de los mismos para garantizar su redistribución.

Los marcos de referencia de ambos son claramente irreconciliables, pero si hay algo en lo que coinciden, además de en el objetivo de garantizar el desarrollo económico de las sociedades, es en la necesidad del fomento de la productividad y la minimización de la deuda independientemente del modelo económico en el que se desarrolle la actividad.

Llegados a este punto, sería fácil concluir, que ambos tienen razón, con respecto a sus planeamientos si aceptamos su marco ideológico de partida, pero si aceptamos esto, es difícil obviar que nuestro actual marco de referencia es el de Daniel La Calle y en consecuencia más correctas sus propuestas, que garantizan el crecimiento, pero no así la posterior redistribución.

Entonces, ¿significa esto que no hay esperanza para un modelo alternativo? Aunque surgen iniciativas como los índices de desarrollo humano, a partir de los datos suministrados por el PNUD[xxi], o el índice de felicidad bruta, creado por el Gobierno de Bután en 1972, que intentan sustituir o complementar al PIB como “clave de Bóveda” del modelo, quizás el intento más sólido fue el informe Stiglitz-Sen-Fitoussi[xxii], encargado por el presidente de la República Francesa, Sarkozy, en el 2009, sobre la medición de los resultados económicos y del progreso social, que propuso un cuadro de indicadores de un país en el que se combinen tres grandes dimensiones económica, social y medioambiental para a medir el progreso de nuestra sociedad.

Pero como dice Raffaele DeSimone[xxiii] hoy estamos ante una nueva forma metamórfica de la modernidad de masas, ante un gran salto adelante. Se trata de la llegada del Monstruo Amable, un tirano que despóticamente está gobernando la globalización. No tiene rostro, es una estructura de dominio y poder que consigue que los humanos, en todo el globo, nos dediquemos exclusivamente a buscar los pequeños placeres olvidándonos de cualquier otra referencia de tipo social, que recuerda mucho a la referencia al mito de Fausto de Varofakis.

Quizás  la ultima esperanza este en la relectura de Karl Marx[xxiv], cuando anunciaba que el colapso del capitalismo vendría causado por sus contradicciones internas si, tras un duro invierno, sobreviene una floreciente primavera en la economía. Sencillamente, porque las crisis capitalistas se sucederían cada vez con más frecuencia, acercándonos paulatinamente al ocaso final del capitalismo, y en el momento de escribir estas líneas nos encontramos ante otra amenaza de recesión mundial cuando todavía no hemos superados los efectos de la anterior .


[xv] http://www.lanacion.com.ar/1772302-papa

[xvi] https://es.wikipedia.org/wiki/Edipo_rey

[xvii] https://es.wikipedia.org/wiki/Mario_Draghi

[xviii] https://es.wikipedia.org/wiki/Curva_de_Phillips

[xix] Descripción de cómo el valor de la lana era suprior al de los productos

[xx] Servicio Público de Empleo Estatal

[xxi] Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo

[xxii] http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX%3A52009DC0433

[xxiii] El Monstruo Amable: ¿El mundo se vuelve de derechas? Raffaele DeSimone

[xxiv] https://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Marx

 


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