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Una nueva forma de entender el emprendimiento

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Desde que comenzó el declive económico allá por el 2007, una de las políticas de promoción económica más generalizada ha sido la de impulsar con fuerza el emprendimiento a través de ayudas, subvenciones y toda clase de instrumentos al alcance de las instituciones para la creación de nuevas empresas que sean capaces de generar dinamismo económico y empleo.

A mi juicio, esta manera de potenciar el emprendimiento ha llevado en una gran mayoría de casos, a impulsar la creación de empresas “liliputienses” con una esperanza de vida no superior a los cinco años.

De alguna manera, hemos trasladado la responsabilidad de la generación de riqueza a unos jóvenes que, aunque mayoritariamente bien formados desde el punto de vista académico, carecen de la experiencia y el conocimiento adecuado para saber desenvolverse con soltura, solvencia y rapidez en un mundo salvaje de negocios, de compras, ventas y de servicio al cliente que nunca viene detallado en los libros de texto.

Todo ello además, en una auténtica situación de estancamiento del consumo interno con lo que esto supone. Si no hay consumo, las empresas no venden y la mayoría de los negocios tradicionales y/o nuevas actividades dirigidas a una población con poca capacidad de gasto, por muy tecnológicamente avanzadas que estas sean, tienen los días contados.

Como ejemplo clarividente podemos situar al País Vasco. De contrastada tradición empresarial, muchas empresas de tamaño medio han hecho importantes esfuerzos en la internacionalización dado que saben, que en el estado no hay mercado para sus productos y esto, les ha llevado a buscar nuevos nichos más allá, incluso de Europa. Es decir, estas empresas que saben, que pueden y que tienen medios para invertir, no lo han hecho en el estado dado que son conscientes que hasta que no existan cambios estructurales profundos en la economía, no hay viabilidad en las inversiones locales.

Difícil panorama por ello, para nuestros emprendedores a los que en muchos casos estamos invitando a ir al cierre de su actividad en un plazo no superior a cinco años.

Aunque bien intencionadas las políticas locales y regionales de emprendimiento, no están consiguiendo en muchos casos, sentar unas bases sólidas de crecimiento que permitan a medio plazo un crecimiento sostenido en el tiempo de las nuevas actividades empresariales. Sin embargo, se puede hacer; es cuestión de método.

UN CAMBIO DE RUMBO

A la hora de desarrollar un nuevo modelo de emprendimiento más eficiente, se necesita un modelo y cierta disciplina a la hora de ponerlo en marcha.

La cuestión es sencilla: aprovechemos el “Know How” de nuestras empresas locales y su conocimiento de los mercados, en lugar de subvencionar ideas por muy bien escritas y cuantificadas que estén. ¿Por qué?:

Porque no hemos preguntado sobre el emprendimiento al que sabe, al que puede, al que conoce y lo que es más importante,… al que realmente necesita. Nuestras empresas necesitan generar a su alrededor en muchas ocasiones una red de colaboradores cercanos que le permitan abordar esos nuevos mercados lejanos y que ellas, sí que puede intentar acometer. No hemos preguntado al empresario consolidado del territorio sobre qué posibles necesidades tiene su empresa en su día a día que cubre con dificultad porque no existen proveedores cercanos y tienen que subcontratar fuera.

Porque estamos subvencionando nuevos proyectos con criterios puramente financieros o de análisis económico en base a números y cuadros interpretados por técnicos y analistas; pero no estamos teniendo en cuenta el conocimiento  y la experiencia de las empresas de tamaño medio del mercado, de los agentes, de sus contactos y de las posibles carencias que ellas detectan diariamente y que pueden servir para redirigir la actividad emprendedora de todos nuestros jóvenes que quieren sacar su pequeño negocio adelante.

Debemos tender puentes entre nuestros empresarios y nuestros emprendedores y verdaderamente, este es un papel clave de las instituciones locales a la hora de prestar servicios de valor añadido en materia de promoción económica.

Por ello, bajo mi punto de vista, es necesario acometer con fuerza la prospección empresarial. Prospección, no buscando emprendedores, que es lo que hemos venido haciendo hasta ahora y facilitándoles locales, financiación, etc. Me refiero a prospectar los directores de compras y los gerentes de las empresas locales para que nos digan que están comprando lejos y cuanto están pagando.  Esto nos dará una excelente información para asesorar a nuestros jóvenes emprendedores con mayores garantías.

Un emprendedor, puede necesitar un local, subvenciones para poder financiar el inicio de su actividad, asesoramiento técnico y jurídico y muchas cosas más. Pero por encima de todo un emprendedor necesita un cliente. Su primer cliente.

Creo por ello, que desde las agencias de desarrollo local se puede y se debe coordinar el trabajo y las relaciones entre los empresarios y los emprendedores para el desarrollo de los potenciales proyectos. Identificar y clasificar las nuevas oportunidades de negocio que estos empresarios  hayan detectado previamente para su traslado posterior a los emprendedores locales y con ello generar canales de comunicación e interrelación de empresas.

Roberto Martínez de Guereñu, Socio-Director de Hiria Up, S.L.


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